martes, 9 de octubre de 2012

La comunida' de la gorra I

Si, lo sé, esto de seguir en blogger es bien hipster gooey!!; las tendencias ciberespaciales dictan que debería de plasmar mis desatinos en tumblr o algo así, ¿no?. Aunque me gustaría decir que escribo aquí porque siempre me ha importado un reverendo pepino lo que está "in" o lo que dicte la socieda', la neta obedece a que me da rete-harta flojera andar abriendo cuentas en nuevos sitios, llenar formularios sobre mi interesantísima personalidad, agregar amigos y así.

Bueno, hoy me dio la gana volver a escribir y lo haré para relatarles una anécdota que sucedió hace ya bastantitos años (este blog se ha convertido en una verdadera oda a la nostalgia).

Tendría yo alrededor de 15 años, recuerdo que cursaba el tercer grado de secundaria, cuando anduve de novio con una chica que llamaré la "Srita. X". Cada que iba a su casa a recogerla para salir a pasear notaba que pululaban en las cercanías una bola de malandros que se me quedaban viendo siempre muy feo, entre los que se encontraban vecinos, familiares y conocidos (de ella), y demás fauna de la región. En cada una de estas vueltas sentía el peligro latente de terminar golpeado o "pancheado" por alguno o varios de estos individuos; creo yo que su odio se derivaba del hecho de haberles robado "la flor más bella" de su ejido o algo por el estilo, no sé. En fin, esta pequeña incomodidad nunca me detuvo para continuar con mi idilio y al cabo de unos cuantas semanas me acostumbré de cierta manera al "cálido" recibimiento del barrio y dejé de prestarles atención.

Una noche de tantas en que paseaba tomado de la mano (sha-la-la-la) de la Srita. X cerca de su casa, ah! 'pérenme... me falta mencionar que para esto vestía yo una gorra original de un equipo de la NFL; aquí caben dos aclaraciones: la primera es la mención que se trataba de una gorra original porque en aquel entonces no era muy común encontrar en la ciudad esta clase de accesorios (al menos para un mortal clasemediero), por lo cual llamaba un poco más la atención de los "amantes de lo ajeno"; la segunda, es que digo que correspondía a un equipo de la NFL porque me da pena admitir que era de los Dallas Cowboys (equipo al que apoyaba en mi época puberta). Bueno el caso es que paseaba yo tranquilamente aquella vez cual adolescente enamoriscado (¡gracias Menudo!) con la Srita. X cuando de pronto nos vimos alcanzados por un par de tipejos montados en una bici, uno pedaleando y el otro montado en los diablos, como iba yo caminando del lado de la calle me pasaron extremadamente cerca viniendo de atrás de tal forma que me rozaron el costado del cuerpo causando mi reacción y apreciación que se trataba de dos de estos zánganos que siempre me daban la "bienvenida" a la colonia. Como no hicieron otra cosa que empujarme levemente lo que pensé fue que sólo intentaban amedrentarme de alguna manera. Detuvimos nuestro andar y vi que ellos hicieron lo mismo varios metros adelante, noté como se quedaban mirando fijamente hacia donde estábamos y después de algunos minutos parecieron perder el interés, intentando minimizar el incidente comencé a charlar con la Srita. X de temas al azar y posteriormente a intercambiar algunos ósculos, los cuales se fueron prolongando más y más hasta casi olvidarme de la situación anterior. Tanta fue la distracción de aquel momento que ni siquiera me percaté cuando se acercó de nuevo este duo y ahora no sólo me empujaron sino que estando yo de espaldas aprovecharon para despojarme de la mencionada gorra, fue un vil "pancheo" de quita y corre. Recuerdo que les grité molesto preguntándoles cuál era su problema pero obviamente no me respondieron, solamente continuaron su marcha a toda velocidad. Arranqué corriendo tras ellos a la vez que pensaba qué iba a hacer si los alcanzaba, eran dos contra uno y pues yo estaba super calilla (no tenía el sensual cuerpo de adonis de hoy día), cuando mucho le daba batería a uno, no creía poder enfrentar a ambos pelafustanes, que dicho sea de paso eran mayores que yo, y salir victorioso. 

Justo cuando llevaba corriendo tras ellos una cuadra, me encontré con un conocido ex-compañero de la primaria que me reconoció y vio lo que estaba pasando. Casualmente también montaba una bicicleta y me ofreció su ayuda para perseguirlos. Acepté de inmediato su ofrecimiento y ambos emprendimos la osada tarea de dar alcance a aquel par de sabandijas y recuperar a como diera lugar la valiosísima gorra hurtada.



Continuará...


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