Vivo a unos cuantos pasos de un CECATI, pero nunca he estudiado ahí, bueno con excepción de un curso balín de computación que tomé en unas vacaciones de verano de mi tierna y feliz infancia, que creo eran de Basic o algo así. Pero lo memorable no es en si la escuela, sino el estacionamiento y cancha que tenía al frente hace años, terrenos que fueron escenario de innumerables anécdotas de mi niñez y adolescencia, y de la mayoría de los camaradas de la colonia y colonias circunvecinas que ahí se juntaban.
La "canchilla" (que aún hoy en día existe) nos sirvió de espacio muchos años para jugar panbol, beis o veras (ese de 3 rolas y un "capeado"), (futbol) americano, básquet, andar en bici, patines, etc. A un costado de la cancha hay una anacua, que utilizamos en diversas ocasiones para intentar construir infructuosamente una casita-del-árbol; debajo, hay unos cuantos metros de tierra suelta, donde practicamos durante algunas temporadas el exclusivo deporte de las canicas, apostando y por puro gusto nomás.
Cuando estábamos bien morros y no teníamos preocupación ni pudor alguno, nos entreteníamos jugando con las hormigas: las hacíamos pelear o les llenábamos su guarida con aceite de motor quemado, o si era temporada de cuetes les poníamos cañones y volábamos a la goma el hormiguero. Todo esto en los mismos terrenos del CECATI.
Otro pasatiempo que teníamos era en época de lluvias, como a esa edad varios de nosotros acostumbrábamos andar descalzos en la calle, al tocar uno de los postes de luz mercurial que hay en el CECATI con el piso mojado recibías una ligera descarga eléctrica. Los que traían calzado hacían mano-cadena y uno de ellos se sujetaba al poste, el que andaba descalzo tocaba brevemente el otro extremo de la cadena y todos recibíamos un "toquesón" (en el sano sentido de la palabra).
El CECATI fue testigo también de muchas partidas de madre, ya fuera por bronca, accidente o vil pendejez; en mi caso hubo más de la última. Recuerdo dos muy vívidamente: una cuando me sentía todo un as del manubrio a bordo de mi super-bike y brinqué varios escalones en una rampa que se hacía con la pendiente del estacionamiento, cuando iba en el aire solté ambas manos y las levanté para que vieran que era todo un temerario, el resultado obviamente no fue el que yo esperaba y al caer no continué mi andar montado en la bicla: se le salió una llanta a la rila, me di un "super-putazo" y sufrí raspaduras en un 27.8% de mi cuerpo. El otro señor madrazo que recuerdo con singular alegría fue una estampada que me di contra un árbol que había en la banqueta del estacionamiento, al ir persiguiendo un pasé que alguien me había enviado, me lancé corriendo como loco con la mirada fija en el balón (de americano) y siguiendo su trayectoria sin voltear a ver lo que había al frente, en determinado momento sentí un severo golpe en la cabeza, ya no pude correr y cuando reaccioné estaba atorado en las ramas del árbol todo atolondrado, escuchando las risas de todos los ahí presentes.
Como decía anteriormente, son innumerables las historias o anécdotas que se suscitaron en este espacio, donde 'ora si que dejé lágrimas, sudor y sangre. De hecho, puedo decir que literalmente lo llevo en la piel, ya que muchas de las cicatrices que tengo se las debo a esta planicie de concreto "fierresca".
Esas historias ya aparecen en los libros de Historia de la primaria mijo. Como olvidar a la 'ñora' del CECATI, la estuata esa que decían que si te metías al jardin te perseguía. De los sucesos que recuerdo ahi van algunos:
ResponderEliminar- recuerdo que el pinto se encontró un bote de colorfiel y lo estaba tallando contra los escalones de la canchita, y que el dire mamón del cecati se lo lleva porque segun él 'estaba grafiteando las instalaciones' ... chale.
- como olvidar las retas 2 contra 2 que nos fletabamos entre el pinto, el gator, y nosotros, y si ya ni completabamos 2 vs 2, eran de un toque. Acababamos tirando la guacara del cansancio.
- cuando estaba en construcción la caseta de vigilancia era de cajón jugar a las escondidas en las zanjas que hicieron ahí.
- de los madrazos recuerdo uno que me di en mi bicla verde con tapas blancas intentando patinar, solo obtuve un buen putazo y el aplauso de los presentes.
- y otro aplauso se lo llevó el Rafita, quien saltando del estacionamiento a la cancha en su rila, en pleno vuelo que se le sale el volante y termina en el suelo entre risas del chavo del ocho.
Eh, si quieres verte mas social, te sugiero abras tu cuenta de twitter y después entres a esta liga:
ResponderEliminarhttp://twitterfeed.com/
lo que va a pasar es que mediante una sencilla configuración todos los posts que hagas en tu blog van a aparecer en tus cuentas de twitter o feisbuc, y asi la perrada estará mas al tanto de tus alucines. Es lo que hago yo con mis blogs, y mis followers se han multiplicado como gremlins remojados...
claro... la ñora, se me olvidaba, que de morrillos le sacábamos la vuelta por las noches y luego hasta cigarros y playeras le pusimos. Y las retas de panbol como no recordarlas, con jornadas como de 5 horas consecutivas jugando.
ResponderEliminaryo creo que de perdido una vez (si no es que más) cada uno de nosotros se partió el queso en su bicla intentando hacer alguna suerte en este lugar.
chido por el tip y tu aportación de anécdotas droog!